Thursday, December 29, 2005

Perú: ¿el fin de la hegemonía neoliberal? (final)

En materia de salud seguimos atrasados: los hospitales no han renovado su equipo ni han incrementado su capacidad para atender la demanda creciente. Pero en medio de este panorama desolador, por primera vez en la historia moderna del Perú, la economía y el empleo crecen más en provincias; y la pobreza disminuye, muy poco es verdad, pero más allí donde el neoliberalismo meteco envileció la moral de los excluidos.

Estos problemas sociales constituyen la herencia pesada del fujimorismo y, ciertamente, también su límite social que hoy, con la aparición en el escenario político de un discurso y movimiento nacional y popular, se convierte en su límite político, en el inicio del fin de la hegemonía política del neoliberalismo. Y, por la dialéctica de los procesos sociales, en ese límite del neoliberalismo se encuentra la base social de aquel movimiento que tiene la obligación de soldar la democracia con el desarrollo nacional y de refundar la política mediante una agenda de crecimiento integrador del país. En el Perú actual, lo dijimos hace ya varios meses, esto implica basar la concepción del desarrollo nacional en ese nuevo modo de crecer y acumular capital.

Valor moral de la política

Pero para que no se trunque esta nueva oportunidad de desarrollo nacional integrador, hay que culminar la transición política hacia la democracia, practicando la decencia y combatiendo la indecencia. La transición política a la democracia se pervirtió durante el gobierno de Toledo. Este alimentó la práctica del cinismo como forma de negación de su fujimorismo en todos aquellos que apoyaron al dictador o actuaron como sus cómplices. El país necesitaba de una cura moral, de la práctica de la decencia como el "supremo valor moral en toda clase de relación –personal, social, política y profesional". Sin embargo, nada de esto ocurrió, pues en el propio seno del gobierno de Toledo se ubicaron aquellos que colaboraron con el sátrapa, que practicaron la hipocresía o afectaron sin pudor los intereses nacionales. El típico operador del fujimorismo económico y político es el primer ministro actual. Es el que dijo que "la economía crece porque se mantiene lo bueno del fujimorismo". Y, es el mismo que apela a la ética para criticar la licencia, totalmente legal, de Gonzalo García Núñez, candidato a la primera vicepresidencia en la plancha de Ollanta Humala. Ese operador del "fujimorismo", hoy encarnado por el partido Unidad Nacional, ese "experto en negocios", que imagino no conoce las fronteras de lo nacional, sabe que está infringiendo la ley y la moral, pues como primer ministro del gobierno tiene la obligación de garantizar la pulcritud del proceso electoral. Los adjetivos que usó contra García Núñez nos parece la revelación de que los "plagiarios" como él ya sienten el fin, ahora en la política y en la moral, de la hegemonía neoliberal.

Diario La República

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