Saturday, December 28, 2013

Veintinueve meses de Gobierno de Ollanta Humala: Balance de su gestión económica

Ollanta Humala concluye la primera mitad de su gobierno elegido por el voto popular, con una economía menos competitiva, más penetrada por importaciones y menos industrial, y con un crecimiento económico que no se basa en la productividad. Las mismas tendencias que revelamos al final de sus primeros diecisiete meses de su gobierno, con la diferencia de que ahora la tasa de crecimiento económico se encuentra en franco descenso.
 
Economía menos competitiva y menos industrial
 
El gobierno de Humala continuó la política de caída sistemática del tipo de cambio real que empezó con el segundo gobierno de Alan García.  De julio de 2011 a noviembre de 2013 el tipo de cambio real multilateral se redujo en 10.5% y el tipo de cambio real bilateral en 21.5%.  Esta caída continuó, no obstante la desaceleración del crecimiento económico y de la notable reducción del ritmo de crecimiento de las exportaciones como resultado de la crisis internacional de 2008-2009. Los valores del tipo de cambio real a noviembre de este año se encuentran por debajo de los registrados antes de la crisis internacional de 1998-1999.
 
Los exportadores de productos no tradicionales saben que la caída del tipo de cambio real encarece sus productos en los mercados internacionales y, por lo tanto, les hace competir con enorme desventaja en estos mercados. Por otro lado, la caída del tipo de cambio real abarata las importaciones, facilitando su penetración en el mercado interno. En consecuencia, el gobierno de Humala, siguiendo la ruta del segundo gobierno de Alan García, ha acentuado la dependencia de importaciones de nuestra economía, al mismo tiempo que le hizo perder mercado interno a parte importante de los productores nacionales.
 
El valor de la producción manufacturera representa menos del 65.0% del total de importaciones. En otras palabras, las importaciones totales equivalen a más del 155% del valor de la producción manufacturera. En los años 1974-1975, cuando se hablaba del apogeo de una industria adicta a dólares e importaciones, los bienes de consumo duradero, insumos y bienes de capital importados representaban sólo el 55.1% de la producción manufacturera.
 
La desaceleración económica motivada por el actual estancamiento de la economía mundial, muestra que el gobierno de Ollanta Humala no hizo prácticamente nada para fortalecer la economía interna y sus mercados. Siguiendo la ruta tradicional de los gobiernos neoliberales, reeditó en escala mayor la vulnerabilidad externa de la economía. Hay una continua reducción del superávit comercial en los últimos cinco  años y este año 2013 se convertirá en déficit. Por su parte, la cuenta corriente de la balanza de pagos registra un creciente déficit en valor absoluto: pasó de -1.9% del PBI en 2011 pasó a -3.4% en 2012 y a cerca de 5.5% en 2013.
 
El crecimiento no se basa en aumentos en la productividad
 
El crecimiento económico durante la primera mitad del gobierno de Ollanta Humala fue liderado fundamentalmente por el crecimiento de la construcción, del comercio y de los servicios. Este estilo de crecimiento es el que ha predominado durante la última década de alto crecimiento del PBI y el que ha resultado de las políticas neoliberales de los últimos 23 años.
 
Durante los primeros tres trimestres de este año respecto a similar periodo de 2012, el crecimiento del PBI fue de 4.88%. Los sectores que crecieron por encima de este promedio fueron: Construcción (10.50%), Comercio (5.52%), Transporte y Comunicaciones (5.8%), Servicios Prestados a Empresas (6.65%), Restaurantes y Hoteles (6.56%), y Resto de Otros Servicios (5.63%). Todos estos son sectores de producción de no transables, es decir, de producción que no se comercian en los mercados internacionales.  La tasa de crecimiento de la manufactura fue de solo 1.51% y del sector agropecuario de 1.68%. 
 
Los sectores agropecuario, pesca y manufactura contribuyeron con solo el 7.5% del crecimiento del PBI durante los primeros meses de este año (4.88%). El sector minería e hidrocarburos contribuyó con el 1.6%, mientras el 90.9% restante le correspondió a todos los sectores no transables (construcción, comercio, servicios, derechos de importación y otros impuestos).  Por otro lado, la estructura productiva de la economía peruana está caracterizada por el predominio de los sectores no transables que representan el 71.04% del valor total del PBI,  mientras que la producción los sectores manufactura, pesca y agropecuario representan solo el 24,3%. La minería e hidrocarburos participan con el 4.67%. 
 
Los datos anteriores indican que la economía peruana se ha hecho menos industrial y agropecuaria y más productora de no-transables y servicios de baja productividad. En el conjunto de los sectores de servicios, incluido el comercio y la construcción, se encuentran de manera predominante las empresas «de 1 a 10 trabajadores» donde los ingresos y la calificación de los trabajadores son notablemente bajos. El crecimiento, entonces, está impulsado por sectores de baja productividad.
 
A modo de conclusión
 
No hay cambios en el estilo de crecimiento primario exportador, liderado por los sectores no transables de baja productividad. Pero la economía se ha hecho más dependiente de importaciones. La pérdida de mercado interno que han propiciado los últimos cuatro gobiernos neoliberales, no se compensa con el crecimiento de las exportaciones de los productos no tradicionales.
 
 
 
Publicado en el diario La Primera, el sábado 28 de diciembre.

Saturday, December 21, 2013

Argucias neoliberales y el síndrome de PISA

Piero Ghezzi y José Gallardo responden a mis críticas a su libro «Qué se puede hacer con el Perú…» en dos columnas publicadas en el blog La Mula.pe. Desafortunadamente lo hacen con embustes, argucias y tergiversaciones de mis argumentos. Critican un discurso que ellos construyen luego de adjudicarme su autoría. Así sus columnas adolecen del «síndrome de PISA peruano», porque revelan que no han entendido lo que han leído. Veamos:
1)    Dicen: «No hay discontinuidad de la política macroeconómica durante el gobierno de Toledo, sino un proceso de aprendizaje».
Pregunto: ¿puede haber continuidad entre la política que acentuó la recesión originada por la crisis de 1998-1999 y la política que hizo lo contrario a partir del año 2001? ¿Puede haber continuidad entre la política de deuda basada en crecientes superávit primarios para seguir honrando sus servicios descuidando los gastos en educación y salud, y una política de deuda que buscaba su sostenibilidad modificando su composición y pre-pagando para liberar recursos y destinarlos a mejorar los presupuestos de educación y salud? Si no se hubiera cambiado el esquema institucional de la política macro en los años 2001-2003, el «manejo» de la crisis de 2008-2009 habría sido tan desastroso como el «manejo» de la crisis de 1998-1999 que quebró bancos y aumentó la deuda pública en cerca de mil millones de dólares (para rescatarlos). A esta ausencia de continuidad, ellos lo denominan ¡aprendizaje!
2)    «En el caso de la deuda pública —dicen—, el análisis de Jiménez desafía las leyes de la aritmética. El factor que ha contribuido de manera más significativa a la reducción de la deuda pública (como porcentaje del PBI) es el aumento del denominador».
¿Quién no sabe que el ratio A/B disminuye si B crece más rápido que A? Esto no está en discusión. ¿Por qué entonces recurren a un embuste?  Quizá porque ellos ignoran que durante el gobierno de Toledo se redujo la deuda, se cambió su composición sustituyendo deuda externa por interna, y se reperfilaron sus servicios que el «fujimorato» dejó en cerca de 3.5% del PBI. Todo esto fue posible gracias a la creación del mercado de deuda en soles. Se redujo el riesgo cambiario de la deuda pública y se sentaron las bases de su sostenibilidad. Cuando dicen que, debido a la reciente apreciación del sol, el ratio de deuda a PBI es ahora mayor que si se hubiera quedado toda en dólares, revelan que no entendieron el sentido de la regla de intervenciones cambiarias esterilizadas introducida en los años 2001-2003. ¡Y hablan de aprendizaje! Tampoco parece que entendieron la importancia del esquema de metas de inflación para endogenizar las expectativas, por eso dicen con desparpajo que en la reducción de la inflación contribuyeron «las políticas restrictivas de los 90’s y los bajos salarios chinos mediante su efecto en los precios de las manufacturas». Les faltó decir, ¡también la apreciación del sol y que, por lo tanto, es irrelevante el esquema institucional de metas de inflación!
3)    Jiménez «distorsiona nuestro punto de vista. Somos explícitos en señalar —dicen— que el rezago de los pilares del bienestar (productividad, empleo, distribución) es consecuencia casi inevitable del modelo. Sí tienen relación y lo recalcamos repetidamente en el libro».
Si los problemas en los «pilares del bienestar» tienen relación con las políticas implementadas en la década de los 90’s, entonces «tendríamos que aceptar el oxímoron de que la economía y la institucionalidad de ese período fueron una «luz oscura» o el embuste de que las políticas neoliberales no son responsables del deterioro de los «pilares del bienestar». ¿Dónde está la distorsión? ¿No es un oxímoron decir que las políticas de la década de 1990 son buenas y aceptar, al mismo tiempo, que tienen efectos negativos nada menos que sobre los «pilares del bienestar»? En Introducción a la teoría del crecimiento, los economistas aprendemos que las políticas macro pueden afectar el crecimiento de un país por los canales de la tecnología y de la intensidad de capital. Si lo afectan negativamente, son «malas políticas».
También dicen que «el sesgo anti-exportador del modelo que Jiménez identifica simplemente no existe», porque las exportaciones no-tradicionales se cuadruplicaron en el periodo 2003-2012. Con este mismo criterio ellos deberían afirmar que tampoco hubo sesgo anti-exportador durante el primer gobierno de García porque las exportaciones no tradicionales aumentaron una y media veces en cinco años. Además, la participación de las exportaciones no-tradicionales en el total exportado fue de 27.2% en el período 1985-1990 y solo de 23.3% en el período 2003-2012. ¿Qué les parece?
4)    Jiménez «confunde modelo con institucionalidad. En particular el hecho de que el modelo primario exportador se dé en industrias “extractivas” no implica que las institucionalidad sea “extractiva”»
Otra tergiversación. Tendré que repetir lo que ya he escrito varias veces en este diario. «Las instituciones son extractivistas cuando no incentivan la innovación, cuando erosionan la democracia, cuando evaden la fiscalización y favorecen el desarrollo de la corrupción. Estas instituciones coexisten con instituciones económicas extractivistas que operan extrayendo rentas, sin transformar ni innovar, y que rechazan la regulación de los mercados». Por eso sostengo que tanto el modelo de industrialización sustitutiva de importaciones como el actual modelo primario exportador peruano, operaron con instituciones políticas y económicas extractivistas.
A modo de conclusión
Las fábulas y los embustes impiden construir conocimiento.
 
 
Publicado en el diario La Primera, el sábado 21 de diciembre.

Saturday, December 14, 2013

¿La hora del cambio del modelo económico neoliberal?

Hay neoliberales que no entienden que desde las instituciones políticas se definen las reglas de juego de las instituciones económicas; ni que las instituciones políticas extractivistas determinan las reglas de juego económicas, formales o informales, extractivistas, es decir, las instituciones económicas extractivistas. Por eso no entienden que las instituciones políticas extractivistas actuales, son funcionales al actual modelo neoliberal primario exportador. ¿Acaso las instituciones económicas extractivistas del actual modelo primario exportador han creado incentivos para el progreso y para la redistribución de los ingresos y del poder económico? ¿Acaso estas instituciones fomentan la innovación y el aumento de la productividad?
 
Las instituciones inclusivas y la industrialización
 
Las instituciones económicas que fomentan la innovación y el aumento generalizado de la productividad, son instituciones que, desarrollando y ampliando el mercado interno, fomentan la diversificación productiva y, por lo tanto, el desarrollo industrial. La existencia de este tipo de instituciones presupone cambiar el actual modelo económico primario exportador. Pero el cambio de este modelo es un tema de decisión política, que se resuelve en la esfera de la política.   
 
Las instituciones políticas actuales son extractivistas, han facilitado la concentración del poder económico y han pervertido la democracia representativa. Por eso decimos que desde la década de 1990 la corrupción se ha convertido en una forma de gobierno. No es que la corrupción sea un fenómeno reciente, sino que por primera vez muchas decisiones de política pública incorporan actos de corrupción explícitos. ¿Recuerdan los vladivideos, el óbolo minero, o algunas asociaciones público-privadas que distribuyen el riesgo asimétricamente perjudicando al erario nacional, o la llamada «inversión» obteniendo rentas con un incremento de las tarifas eléctricas que pagamos todos los consumidores? Estas reglas de juego extractivistas –parafraseando a Acemoglu y Robinson-- están estructuradas por la élite política «para extraer recursos del resto de la sociedad.  
 
Las instituciones políticas extractivistas tienen que ser sustituidas por instituciones políticas inclusivas. Pero, nuevamente, esto se define en la política. Es importante mencionar que las instituciones políticas inclusivas son las que promoverán el cambio de las instituciones económicas extractivistas y, por lo tanto, son las que promoverán el desarrollo industrial.
 
¿La hora de la industrialización?
 
El presidente Ollanta Humala que llegó al poder con el voto de una población que reclamaba el cambio del modelo neoliberal, el fin del extractivismo rentista,  pero que actualmente gobierna con el poder económico neoliberal, acaba de anunciar como ejes de la diversificación y desarrollo industrial bajo responsabilidad del Estado: a) Implementar un observatorio de obstáculos a la inversión privada en actividades industriales para facilitar su expansión; b) Desarrollar un programa de reconversión laboral para acceder a empleos de calidad en la industria y para que las empresas sean más productivas; c) Atraer la inversión extranjera; y, d) Incluir a las regiones menos favorecidas en el proceso de industrialización, dotándolas de infraestructura u otros factores productivos necesarios para realizar actividades industriales.
 
El actual escenario de estancamiento económico mundial revela que ha llegado nuevamente la hora de priorizar el desarrollo de los mercados internos y, por lo tanto, la hora de la industrialización y la diversificación productiva en países como el nuestro. Pero, desafortunadamente los ejes de la industrialización anunciados por el presidente Humala no constituyen una solución de continuidad del modelo neoliberal.  Lo que se haga puede derivar en un proceso espurio y extractivista como lo fue la industrialización por sustitución de importaciones.
 
La Constitución de 1993 puso en desventaja a la inversión privada nacional frente a la extranjera. Para seguir «atrayendo» inversión extranjera directa, hay que modificar esta regla de juego y luego imponerle la condición de industrializar los minerales y otros recursos primarios en aquellas actividades donde ya operan o pretenden operar. Diversificar no significa renunciar a seguir explotando minerales, pero hay que hacerlo en otras condiciones (articulándolo con otros sectores y procesándolos) y con políticas adecuadas.
 
Por otro lado, no aparece como eje del anunciado plan industrial, el mantenimiento de un tipo de cambio real competitivo. El tipo de cambio real actual, bilateral y multilateral, es desfavorable a la manufactura y a otras actividades transables no primarias. Tampoco está como eje de la industrialización el cambio de la matriz energética orientada a la construcción de la soberanía energética del país, ni hay políticas explícitas para desarrollar la industria aprovechando el gas del sur.
 
Finalmente --aunque hay otros temas igualmente importantes que no podemos mencionarlos por falta de espacio--, con el diseño regional actual es imposible un desarrollo infraestructural ordenado para facilitar el desarrollo agrícola, agroindustrial e industrial. El desarrollo de la infraestructura del país debe estar atado a una política de reordenamiento territorial, con una nueva demarcación regional.
 
A modo de conclusión
 
Keynes en 1933, decía: «Como la mayoría de los ingleses, he sido educado en el respeto del libre cambio». Pero «mis esperanzas, mis preocupaciones y mis temores han cambiado». Luego aconsejaba «Produzcamos en nuestro país cada vez que sea razonable y convenientemente posible, y sobre todo, dejad que las finanzas sean antes que nada nacionales».
 
 
Publicado en el diario La Primera, el sábado 14 de diciembre
 

Saturday, December 07, 2013

Desaceleración y Composición del Crecimiento Económico

La crisis de 2008-2009 ha configurado un escenario externo que está caracterizado por la disminución del crecimiento de la economía mundial, en especial de la economía China; la reducción de los precios de los minerales y el fin de su ciclo ascendente; y, una notable incertidumbre respecto a la tasa de interés y política monetaria de los Estados Unidos que seguirá provocando volatilidad en los mercados financieros, en especial, en los mercados de divisas de los países como el nuestro. Este escenario adverso para la economía peruana  --que para muchos será prolongado-- prácticamente ha apagado el motor de su crecimiento. Las exportaciones totales decrecieron en 2012 y es altamente probable que este año su caída sea mayor.  
 
La desaceleración del crecimiento peruano
 
La tasa de crecimiento del PBI registra una tendencia claramente descendente desde el segundo trimestre de 2010  (véase gráfico). Si el escenario internacional descrito empeora o si solo se prolonga el actual estancamiento de la economía mundial, no hay manera de reeditar las tasas de crecimiento del período previo a la crisis.
 
 
Los sectores no transables (Construcción, Comercio y Otros Servicios) son los únicos que siguen liderando el crecimiento. No obstante, es importante señalar que el crédito interno también se desacelera cuando se apaga el motor externo de la economía; en consecuencia, los sectores no transables tampoco reeditaran las tasas de crecimiento que registraron antes de la crisis de 2008-2009. Aunque los sectores Comercio y Otros Servicios siguen creciendo por encima del promedio, sus tasas ya registran una tendencia decreciente durante los últimos catorce trimestres. El sector más volátil es Construcción, pero también la tendencia de su crecimiento es a la baja.
 
De enero a setiembre el crecimiento del PBI fue de 4.9%, pero básicamente porque crecieron por encima de 5% Construcción (10.5%), Comercio (5.5%), Transportes y Comunicaciones (5.4%), Financiero y Seguros (8.2%), Servicios Prestados a Empresas (6.7%), Restaurantes y Hoteles (6.6%) y Resto de Otros Servicios (5.6%). Todos estos sectores explican el 62.81% del PBI. Visto de otra manera, los sectores transables (Agropecuario, Pesca y Manufactura) que producen fundamentalmente para el mercado interno, explican solo el  24.3% del PBI; mientras que los sectores no transables explican el 71.04% del PBI. A la Minería e Hidrocarburos le corresponde la diferencia: 4.67%.
 
Las ponderaciones y las respectivas tasas de crecimiento sectorial, permiten estimar las tasas de crecimiento de los transables y no transables. En efecto, entre enero y setiembre de este año el grupo de Transables (Agropecuario, Pesca y Manufactura) creció a la tasa de 1.5%, mientras que el grupo de no-Transables lo hizo a la tasa de  5.9%. La tasa de crecimiento de Minería e Hidrocarburos fue de 1.68%. De otro lado, en el tercer trimestre de este año, el 89.6% del crecimiento del PBI (4.4%), fue explicado nada menos que por Otros Servicios, Comercio, Construcción y, Derechos de Importación y Otros impuestos, todos los sectores no-Transables.
 
Transables, importaciones y Crecimiento del PBI
 
Los sectores más afectados por el actual estilo de crecimiento han sido los transables, en especial la industria manufacturera que prácticamente no crece desde el cuarto trimestre de 2011. Las importaciones de bienes y servicios a precios constantes representan el 196.1% de la producción manufacturera. A inicios de la década de 1990, este porcentaje era de 89.4%, en promedio. La penetración de importaciones ha sido espectacular. La propensión a importar bienes y servicios respecto a la producción total de transables (Agropecuario, Pesca y Manufactura) aumentó de 53.9% en 1991, a 82.8% en 1997 y a 103.9% en 2008. En 2012 esta propensión subió a 127.4%.  Si tomamos como referencia el PBI agregado, la propensión a importar bienes y servicios aumentó de 13,.3% en 1991 a 27.8% en 2012. Por último, las importaciones de bienes y servicios como porcentaje del consumo final privado pasaron de un promedio de 20.9% en la primera mitad de la década de 1990 a 42.0% en 2012.
 
La información anterior revela que el actual estilo de crecimiento no solo descuidó el desarrollo de mercados internos, sino que le hizo perder parte importante de los mercados existentes a la producción nacional. En estas condiciones y en el contexto internacional actual, el impulso al crecimiento del PBI mediante la expansión de la demanda interna solo puede generar crecientes déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Durante los años 2004-2007 de alto crecimiento y de precios de los minerales elevados, la cuenta corriente fue superavitaria. Después, desde 2008, la cuenta corriente es deficitaria con la novedad que los déficit son crecientes en valor absoluto: -1.9% en 2011, -3.4% en 2012 y -5.5 en los primeros tres trimestres del presente año.
 
A modo de Conclusión
 
La estructura de precios relativos configurada con las políticas neoliberales, redujo relativamente la inversión en equipamiento, mientras aumentó la inversión en construcción. Esto produjo una relativa reducción de la capacidad productiva per cápita, con lo cual, los aumentos sostenidos del PBI per cápita se traducen en mayores importaciones y, por lo tanto, en crecientes déficit comerciales. Crecer sólo con impulsos de demanda interna, dada la estructura productiva y el escenario internacional actual, es un proceso que tiende a auto-derrotarse, porque genera importantes déficit en la cuenta corriente  de la balanza de pagos.
 
 
 
 
Publicado en el diario La Primera, el sábado 7 de diciembre