Hay
neoliberales que no entienden que desde las instituciones políticas se definen
las reglas de juego de las instituciones económicas; ni que las instituciones
políticas extractivistas determinan las reglas de juego económicas, formales o
informales, extractivistas, es decir, las instituciones económicas
extractivistas. Por eso no entienden que las instituciones políticas
extractivistas actuales, son funcionales al actual modelo neoliberal primario
exportador. ¿Acaso las instituciones económicas extractivistas del actual
modelo primario exportador han creado incentivos para el progreso y para la
redistribución de los ingresos y del poder económico? ¿Acaso estas
instituciones fomentan la innovación y el aumento de la productividad?
Las instituciones
inclusivas y la industrialización
Las
instituciones económicas que fomentan la innovación y el aumento generalizado
de la productividad, son instituciones que, desarrollando y ampliando el
mercado interno, fomentan la diversificación productiva y, por lo tanto, el
desarrollo industrial. La existencia de este tipo de instituciones presupone
cambiar el actual modelo económico primario exportador. Pero el cambio de este
modelo es un tema de decisión política, que se resuelve en la esfera de la
política.
Las
instituciones políticas actuales son extractivistas, han facilitado la
concentración del poder económico y han pervertido la democracia
representativa. Por eso decimos que desde la década de 1990 la corrupción se ha
convertido en una forma de gobierno. No es que la corrupción sea un fenómeno
reciente, sino que por primera vez muchas decisiones de política pública
incorporan actos de corrupción explícitos. ¿Recuerdan los vladivideos, el óbolo
minero, o algunas asociaciones público-privadas que distribuyen el riesgo
asimétricamente perjudicando al erario nacional, o la llamada «inversión»
obteniendo rentas con un incremento de las tarifas eléctricas que pagamos todos
los consumidores? Estas reglas de juego extractivistas –parafraseando a
Acemoglu y Robinson-- están estructuradas por la élite política «para extraer
recursos del resto de la sociedad.
Las
instituciones políticas extractivistas tienen que ser sustituidas por
instituciones políticas inclusivas. Pero, nuevamente, esto se define en la
política. Es importante mencionar que las instituciones políticas inclusivas
son las que promoverán el cambio de las instituciones económicas extractivistas
y, por lo tanto, son las que promoverán el desarrollo industrial.
¿La
hora de la industrialización?
El
presidente Ollanta Humala que llegó al poder con el voto de una población que
reclamaba el cambio del modelo neoliberal, el fin del extractivismo
rentista, pero que actualmente gobierna
con el poder económico neoliberal, acaba de anunciar como ejes de la
diversificación y desarrollo industrial bajo responsabilidad del Estado: a)
Implementar un observatorio de obstáculos a la inversión privada en actividades
industriales para facilitar su expansión; b) Desarrollar un programa de reconversión
laboral para acceder a empleos de calidad en la industria y para que las
empresas sean más productivas; c) Atraer la inversión extranjera; y, d) Incluir
a las regiones menos favorecidas en el proceso de industrialización, dotándolas
de infraestructura u otros factores productivos necesarios para realizar
actividades industriales.
El
actual escenario de estancamiento económico mundial revela que ha llegado nuevamente
la hora de priorizar el desarrollo de los mercados internos y, por lo tanto, la
hora de la industrialización y la diversificación productiva en países como el
nuestro. Pero, desafortunadamente los ejes de la industrialización anunciados
por el presidente Humala no constituyen una solución de continuidad del modelo
neoliberal. Lo que se haga puede derivar
en un proceso espurio y extractivista como lo fue la industrialización por
sustitución de importaciones.
La
Constitución de 1993 puso en desventaja a la inversión privada nacional frente
a la extranjera. Para seguir «atrayendo» inversión extranjera directa, hay que
modificar esta regla de juego y luego imponerle la condición de industrializar
los minerales y otros recursos primarios en aquellas actividades donde ya
operan o pretenden operar. Diversificar no significa renunciar a seguir
explotando minerales, pero hay que hacerlo en otras condiciones (articulándolo
con otros sectores y procesándolos) y con políticas
adecuadas.
Por
otro lado, no aparece como eje del anunciado plan industrial, el mantenimiento
de un tipo de cambio real competitivo. El tipo de cambio real actual, bilateral
y multilateral, es desfavorable a la manufactura y a otras actividades
transables no primarias. Tampoco está como eje de la industrialización el
cambio de la matriz energética orientada a la construcción de la soberanía
energética del país, ni hay políticas explícitas para desarrollar la industria
aprovechando el gas del sur.
Finalmente
--aunque hay otros temas igualmente importantes que no podemos mencionarlos por
falta de espacio--, con el diseño regional actual es imposible un desarrollo
infraestructural ordenado para facilitar el desarrollo agrícola, agroindustrial
e industrial. El desarrollo de la infraestructura del país debe estar atado a
una política de reordenamiento territorial, con una nueva demarcación regional.
A
modo de conclusión
Keynes
en 1933, decía: «Como la mayoría de los ingleses, he sido educado en el respeto
del libre cambio». Pero «mis esperanzas, mis preocupaciones y mis temores han
cambiado». Luego aconsejaba «Produzcamos en nuestro país cada vez que sea
razonable y convenientemente posible, y sobre todo, dejad que las finanzas sean
antes que nada nacionales».
Publicado en el diario La Primera, el sábado 14 de diciembre
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