Saturday, January 11, 2014

Los argumentos neoliberales del diario El Comercio

El Comercio –grupo económico con un brazo mediático escrito y televisivo-- ha pasado a controlar el 75% de la prensa escrita en el país con la compra de los periódicos que publicaba el grupo Epensa. En Lima el porcentaje de concentración asciende a 83%, según informa el economista Jorge Fernández Baca. Además pasará a controlar el 79% de los ingresos por publicidad de todos los periódicos que circulan a nivel nacional. Estos datos revelan que El Comercio ha violado el artículo 61 de la Constitución de 1993, cuyo segundo párrafo (copia del artículo 134 de la Constitución de 1979), señala: «La prensa, la radio, la televisión y los demás medios de expresión y comunicación social; y, en general, las empresas, los bienes y servicios relacionados con la libertad de expresión y de comunicación, no pueden ser objeto de exclusividad, monopolio ni acaparamiento, directa ni indirectamente, por parte del Estado ni de particulares».
 
La ideología de la tiranía del interés privado
 
El 5 de enero El Comercio respondió a las declaraciones del Presidente Humala contra la concentración de medios y a su propuesta de debatir el tema en el Congreso. El Comercio –que ya había «informado» que Humala había lanzado una «velada amenaza contra la libertad de expresión»-- ahora, respondiendo a sus preguntas (¿Quién amenaza realmente a la libertad de expresión? ¿Aquel grupo empresarial que compra los medios de comunicación o el presidente de la República?), dice: «aquí le dejamos la respuesta, señor presidente: usted. Usted amenaza la libertad de expresión, igual que cualquiera que proponga limitar por ley lo que es parte del derecho a elegir de todos y cada uno de los ciudadanos».
 
Sin remordimiento alguno por su acción anticonstitucional de acaparamiento, El Comercio se justifica afirmando que: «No existe cuota de mercado alguna que no provenga de los ciudadanos que lo escogen y consumen. Los consumidores son los que tienen la última y definitiva palabra a la hora de “concentrar” o “desconcentrar” cuotas de un mercado y la ejercen, de hecho, de manera muy activa y contundente».
 
Este argumento se funda en la llamada soberanía del consumidor, que para la ideología neoliberal es la «soberanía de las fuerzas económicas, encarnadas en la voluntad de los individuos, por encima de la soberanía política». Es, como dice Todorov, una ideología de la tiranía de los individuos que daña los fundamentos de la democracia. «El neoliberalismo pretende impedir que la voluntad general limite la acción de los individuos, y como no admite la existencia de un interés común, reduce la sociedad a la suma de las personas que la componen».
 
Por lo tanto, la soberanía que el neoliberalismo le confiere al individuo, le quita su carácter de ciudadano. (Nótese que El Comercio confunde subliminalmente a «su» consumidor con un ciudadano). En una masa indiferenciada de individuos reducidos a sus intereses económicos, no puede haber ciudadanos. El neoliberalismo tiene una visión atomista del individuo y de sus intereses. No hay un interés común o colectivo que oriente las decisiones del individuo como ciudadano. El neoliberalismo alienta la tiranía de los individuos a expensas de la libertad y soberanía de los ciudadanos. Como es contrario a la soberanía de los ciudadanos, el neoliberalismo debilita la democracia.
 
En esta lógica individualista Hayekiana se encuentra la concepción neoliberal de la libertad sin restricciones del mercado y de las empresas privadas. Por eso El Comercio no cree que acapara, aunque sabe que se ha constituido en poder económico que, en el campo mediático, controla y administra información, afectando la pluralidad informativa, que es un derecho ciudadano.     
 
La falacia de la libertad de elegir
 
El Comercio dice: «la libertad de un medio de llegar a tal o cual cuota del mercado no es más que la otra cara del derecho de sus consumidores a elegirlo y no se puede limitar aquella sin restringir al mismo tiempo a este». Defiende el poder que tiene ahora argumentando que así defiende la libertad que tienen los «consumidores» de «comprarlo». ¡La libertad de los consumidores es la otra cara de su libertad de acaparar! Por eso, El Comercio cree que la crítica a su acaparamiento de la propiedad en la prensa es un «ataque» a la inversión privada.  
 
Decir que el «consumidor» es libre para elegir, es una osadía. Los neoliberales, con su rechazo a toda intervención del Estado, desbrozan el camino hacia la configuración de grupos con poder económico que afectan directamente a la democracia y a la soberanía popular. Frente al poder de los medios (escritos y televisivos) que concentran la propiedad, que insisten sobre un mismo «mensaje» o manipulan la información, los ciudadanos «disponemos de poca libertad para formarnos nuestras opiniones y tomar nuestras decisiones».
 
De aquí se deduce que la pluralidad de información y la limitación a la concentración de la propiedad son fundamentales para la democracia. Si se tiene mucho dinero --dice Todorov—es posible «comprarse una cadena de televisión, o cinco, o diez, y emisoras de radio, y periódicos, y hacer que digan lo que queremos para que los consumidores, lectores, oyentes y espectadores piensen lo que queremos. En este caso ya no se trata de democracia, sino de plutocracia, ya no es el pueblo quien tiene el poder, sino sencillamente el dinero. El poderoso puede imponer tranquilamente su voluntad a la mayoría».
 
A modo de Conclusión
En nuestra sociedad los poderes del Estado (legislativo, ejecutivo y judicial) están separados para que se limiten mutuamente; pero, los poderes económico y mediático están banalizando o instrumentalizando estos contrapesos democráticos. Por eso, para fortalecer la democracia hay que limitar todos los poderes, los de Estado y los poderes, económico y mediático.




Publicado en el diario La Primera, el sábado 11 de enero.

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