Saturday, May 17, 2014

Recordando estrategias de transformación productiva

 En nuestra carta del 10 de marzo de 2011 enviada al entonces presidente del Acuerdo Nacional, Dr. Max Hernández, le recordamos las estrategias de transformación estructural que se habían aplicado en América Latina y en el Asia y que no podían reiterarse ni aplicarse en el Perú para cambiar su actual estilo de crecimiento primario exportador y construir una economía dinámica y diversificada, con un patrón de comercio distinto al actual y con mercados internos integrados y desarrollados. En lo que sigue resumimos estas estrategias.
 
Cuando se olvida lo viejo aparece como nuevo
 
La CEPAL de los años cincuenta y sesenta proponía, para desarrollarnos, un cambio estructural conducido directamente por el Estado, y entendido como diversificación y generación de actividades que fundamenten el crecimiento sobre la base de la productividad, mediante la sustitución de importaciones (ISI). Una estrategia supply side parecida fue formulada para nuestro país hace un poco más de tres años por Michael Porter. Él propuso desarrollar cadenas productivas y clusters sobre la base de nuestros «recursos naturales y de la amplia biodiversidad y ecosistemas». La única diferencia de su planteamiento con el de la CEPAL radicaba en el papel que le asignaban al Estado. El Estado intervencionista de Porter debía ser menos regulador y participar sólo en la elección de los sectores donde debía impulsar la formación de cadenas y clusters.
 
Ambos planteamientos, sin embargo, privilegiaban el lado de la oferta, y olvidaban el papel de la demanda. Si, en reacción contra el proteccionismo Cepalino, conviniéramos que la fuente de demanda debe estar en los mercados internacionales, entonces estaríamos otra vez apostando por un crecimiento exógeno, dependiente y vulnerable a sus fluctuaciones. A este impase se llega cuando no se endogeniza la demanda, pues ello permitiría superar la supuesta contradicción entre el crecimiento endógeno y la apertura de la economía.
 
Para Porter la desregulación y la liberalización del comercio son elementos importantes en su estrategia por la competitividad. Una estrategia parecida que privilegiaba la promoción de exportaciones (EPE), fue la de los «cuatro tigres asiáticos». Esta estrategia fue exitosa porque esos países tenían la demanda de los Estados Unidos y no tenían competidores. El crecimiento notable de la participación de sus exportaciones en el mercado de Estados Unidos, alcanzó su pico en el año 1988 (15.4%). Después disminuyó hasta situarse en los niveles que registró a fines de los años 1970 (9.4%). El mismo comportamiento registraron las exportaciones de Japón.
 
En el mundo globalizado actual, sin embargo, no es posible que todos los que siguen una estrategia exportadora sean ganadores, sobre todo con la actual competencia de China y otros países del continente asiático.
 
Liberalización comercial y abaratamiento de los costos laborales
 
La estrategia Cepalina (ISI) era lógicamente incompleta: hacía énfasis en la construcción de una oferta industrial diversificada para el mercado interno, pero no explicaba la fuente ni el tamaño de la demanda agregada. La crisis de esta estrategia no condujo a superar esta carencia, sino al desmantelamiento de la protección y a la liberalización del comercio. En cambio, la estrategia de los «tigres asiáticos» (EPE), que también fue de sustitución de importaciones, sí tuvo desde el inicio una demanda bien identificada.
 
El éxito de los «tigres asiáticos» persuadió a otros países a seguir su estrategia exportadora. En los años 1990 algunos países la incorporaron como parte de las políticas del Consenso de Washington. Se mantuvo la propuesta central de diversificar la oferta exportadora, concentrando las ventas en determinados mercados externos (Estados Unidos y/o países de la OCDE) de donde provendría la demanda sostenida para las exportaciones; pero, también se hizo énfasis en la promoción de la inversión extranjera, en los tratados comerciales y en el abaratamiento del costo de trabajo (la desregulación del mercado laboral) para «ganar competitividad».
 
La aparición de China reveló la fragilidad de la estrategia liderada por las exportaciones. El aumento notable de las exportaciones chinas desplazó las exportaciones de los otros países asiáticos. La misma suerte están corriendo hoy los países subdesarrollados que continúan compitiendo por los mercados de Estados Unidos y Europa. Pero, lo que importa destacar es que, en esta carrera, todos los países, incluido el nuestro, tratan de ganar competitividad desmantelando los estándares regulatorios de las condiciones de trabajo, de los regímenes tributarios y del medio ambiente.
 
A modo de conclusión
 
Cuando no se imagina la posibilidad de desencadenar endógenamente la inversión y el cambio técnico, se opta por el recurso fácil de mirar solo hacia afuera. Mientras no cambien las condiciones en las que se desenvuelve la inversión privada nacional, las empresas --micro, pequeñas y medianas-- que orientan su producción hacia los mercados externos y que producen con bajísima productividad, seguirán buscando ganancias de competitividad abaratando el costo del trabajo (salarial y no salarial) y demandando regímenes tributarios y crediticios especiales. Ya somos testigos de las consecuencias de esta estrategia. La actual manera de crecer ha acrecentado la vulnerabilidad externa de nuestra economía y está alimentando el conflicto social (el PBI y las exportaciones reales per cápita crecieron de manera notable en la última década, mientras los salarios reales promedio se mantuvieron estancados).
 
 
 
 
Publicado en el diario La Primera el sábado 17 de mayo,
 

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