El ministro de la Producción, P. Ghezzi, ha
dicho que «sería una tragedia que el Congreso derogue la Ley de Empleo Juvenil».
¿Habrá querido decir «tragedia para el Gobierno» o «tragedia para él» por haber
sido uno de sus autores? Sorprende la
exageración del ministro. Esta ley es un desatino y una tremenda falta de respeto
a la inteligencia de los jóvenes.
Los argumentos del ministro en defensa de
esta ley, que los jóvenes han denominado Ley Pulpín, son deleznables (véase su
artículo “Jóvenes productivos, no
informales” en LR, 06-01-15).
1. El ministro dice: «El
indicador de empleo adecuado es engañoso: muchísimos jóvenes “adecuadamente
empleados” no ganan ni la Remuneración Mínima Vital y tienen empleos
informales, sin seguro de salud ni pensión».
Así
responde cuando se argumenta que la Ley Pulpín pierde sentido si se toma en
cuenta que el porcentaje de jóvenes de 18 a 24 años adecuadamente empleados
aumentó de 25% a 63% entre 2008 y 2012.
El
ministro no sabe qué es y cómo se mide el «empleo adecuado». Según el INEI y el
BCR, son «adecuadamente empleados» los trabajadores que laboran 35 o más horas
semanales y que obtienen un ingreso igual o mayor al Ingreso Mínimo Referencial; y, también los que voluntariamente
trabajan menos de 35 horas. El concepto «adecuadamente empleado» es
contrapuesto al de «subempleado»; y el ingreso considerado como adecuado es
aquel que resulta superior al Ingreso Mínimo Referencial (IMR), establecido
para el cálculo del subempleo invisible.
El
ministro miente cuando dice que «muchísimos jóvenes “adecuadamente empleados”
no ganan ni la Remuneración Mínima Vital». No sabe que el Ingreso Mínimo
Referencial estimado por el INEI al mes de octubre de 2014 es de S/. 865.61,
mayor que la Remuneración Mínima Vital de S/. 750 soles.
El
crecimiento económico redujo el subempleo de estos jóvenes, situando sus
ingresos por encima de la Remuneración Mínima Vital. Pero la Ley Pulpín les
fija la percepción de un ingreso igual a la remuneración Mínima Vital. ¡Otro
recorte potencial de ingresos!.
El
empleo adecuado de los jóvenes aumentó 152% en cuatro años, porque creció la economía.
Este crecimiento fue un fenómeno macroeconómico y no el resultado de recortes
de derechos y beneficios laborales de los trabajadores. En general, el
subempleo se redujo sustantivamente en los años de crecimiento, a pesar de la
existencia de estos recortes en distintos regímenes especiales que se
introdujeron desde los años noventa.
2. El ministro dice: «Puedes ser informal y tener un empleo
adecuado». Según información de la ENAHO «solo 1,7% de los jóvenes de 18 a 24
años tiene un contrato laboral formal, a plazo indeterminado y con beneficios.
Entre los demás jóvenes, 63% trabajan en la informalidad, 23% tienen contrato,
pero temporal y 11,2% están desempleados. Nadie puede estar satisfecho con
esto».
El Ministro está
diciendo que la Ley Pulpín es la solución a estos problemas (informalidad,
contrato temporal y desempleo). Hay que señalar, de paso, que los jóvenes entre
18 y 24 años que trabajan en la informalidad representan solo el 8.1% del total
de trabajadores informales; y, estos últimos representan el 74.3% de la PEA
ocupada total.
El razonamiento del
ministro es cándido. Supone que las empresas reaccionarán ante el recorte de
beneficios y derechos (es decir, ante la
Ley Pulpín), creando más puestos de trabajo para los jóvenes. Pero esto es solo
un supuesto ideológico. Los puestos de trabajo se expanden cuando crece la
producción; y, crece la producción cuando crece la demanda. Si hay
incertidumbre sobre el comportamiento futuro de la demanda agregada, si las
empresas no avizoran un crecimiento de sus ventas, estas no aumentarán el
empleo y pueden incluso despedir trabajadores. El recorte de los ingresos de
los trabajadores, al disminuir su capacidad de compra, afecta el nivel de la
demanda agregada futura.
Por último, el
ministro debe saber que dependiendo del estilo de crecimiento, la expansión del
empleo puede enfrentar un límite en el ritmo de acumulación de la capacidad
productiva per cápita. Si este ritmo se rezaga frente al crecimiento de la
fuerza laboral, aumentará el subempleo y la informalidad.
3. El ministro,
suponiendo que los jóvenes ya tienen un empleo por obra y gracia de la Ley Pulpín,
manifiesta: «La ley tiene dos grandes
pilares: la experiencia y la capacitación. Esto hará que el capital humano de
los jóvenes mejore». Después florea: «a
los jóvenes les ofrecemos un futuro mejor, bajo la premisa de que una mejor
experiencia laboral inicial les traerá beneficios a lo largo de toda su vida
profesional, para beneficio de sus familias y de la sociedad».
¿Por qué no nos
revela el ministro el número de puestos de trabajo, adicionales a los actualmente
existentes, que creará la Ley Pulpin? No tiene manera de saberlo. ¿Cómo se
crearán puestos de trabajo en plena desaceleración económica? Si no hay
creación de puestos de trabajo, ¿cree el ministro que los 940 mil jóvenes de 18
a 24 años que actualmente trabajan en la informalidad (63%), serán trasladados
por las empresas al régimen laboral de la Ley Pulpín? No lo dice. No hay manera
de saber cuál es el futuro mejor que ofrece la ley a los
jóvenes.
A modo de conclusión
El ministro afirma que el régimen para
microempresas no funcionó, entre otras razones, «porque los trabajadores
formalizados en una MYPE podían pedir beneficios pasados del régimen general.
Ello generó un desincentivo grande». Esta es una revelación importante. El
ministro nos está diciendo que una vez recortados los beneficios para
formalizarse, estos no pueden ser reclamados luego de ser formalizados. Esto es
lo que hemos llamado «cambiar mocos por babas». Los trabajadores son informales
porque no ejercen derechos laborales. La ley, «reconociéndoles» solo un mínimo de derechos, los convierte en
«formales».
Publicado en el Diario UNO, el sábado 10 de enero de 2015
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