Saturday, August 15, 2015

Repensando la política económica para el Perú del siglo XXI (Final)


El crecimiento económico reciente, al igual que el que se registró en los años noventa, fue impulsado por el auge de la demanda externa y de los precios de los commodities. Extraer y exportar minerales es lo que mejor “sabíamos hacer” según el libreto neoliberal. No fue, por lo tanto, un crecimiento sostenible y endógeno (impulsado por fuentes internas). Fue un crecimiento que mantuvo un alto porcentaje de trabajadores y empresas informales de baja productividad; que exacerbó las brechas de productividad con el reforzamiento de la especialización en la producción y exportación de minerales; que afectó a la industria; y, que expandió los sectores terciarios donde se concentran los  trabajadores de baja calificación.
 
Este estilo de crecimiento ha vuelto a poner en evidencia el problema que explica el subdesarrollo en economías como la nuestra: la orientación sectorial de las inversiones privadas. Estas no se dirigen espontáneamente a desarrollar actividades productivas (agroindustriales e industriales) a lo largo y ancho del país.
 
La importancia de la industrialización
 
La industrialización es un proceso de “expansión del rango de bienes producidos” que ocurre con aumentos sostenidos de la productividad (rendimientos crecientes) y el incremento simultáneo de la relación capital-trabajo. Esta es una característica que no tienen otras actividades económicas (Allyn Young, 1928). La industrialización es un proceso de transformación estructural caracterizado por el nacimiento y expansión de nuevas industrias, con productividades cada vez mayores, y la transferencia simultánea de mano de obra desde las actividades tradicionales o de menor productividad hacia actividades más productivas y modernas que implican la utilización de “más capital en relación con el trabajo” (Rodrik, 2013 y Young, 1928).
 
No hay diversificación productiva exitosa sin industrialización. La expansión de la industria impulsa el crecimiento de la economía en su conjunto mediante los cambios que origina en la estructura de la producción y de la demanda, e influye en el crecimiento de productividad de las actividades no industriales y, por lo tanto, en la tasa global de crecimiento de la productividad y del empleo (Kaldor, 1966).
 
Los límites del proceso de industrialización no están por el lado de la oferta de factores productivos, sino en la expansión del mercado. En los inicios del proceso se utilizan técnicas conocidas, pero que no eran rentables “a una escala más baja de producto”, y se van incorporando técnicas nuevas derivadas de las invenciones e  innovaciones que aparecen con la expansión del mercado. “Las técnicas más intensivas en capital se vuelven rentables en la medida en que la escala del producto se incrementa” (Ros, 2013).  De aquí se sigue que “la industrialización puede tener lugar en presencia de un bajo nivel de capacidades fundamentales: las economías pobres pueden experimentar transformación estructural incluso cuando las habilidades son bajas y las instituciones débiles” (Rodrik, 2013).
 
Ejes de la política industrial para un nuevo estilo de crecimiento
 
El desarrollo industrial requiere la intervención directa del Estado para asegurar que la transformación productiva sea un proceso secuencial de generación de actividades económicas con relaciones capital-trabajo cada vez mayores. Este proceso debe basarse en el desarrollo de mercados internos, sin descuidar las exportaciones. Ahora bien, una de las características de la economía subdesarrollada como la nuestra es que tiene mercados internos reducidos y poco dinámicos, allí donde existen. Por lo tanto, la política industrial debe incorporar la creación de mercados con intervenciones del Estado específicas.
 
En los lugares donde los mercados son inexistentes o larvados, predomina la actividad agropecuaria tradicional. Por esta razón, la industrialización debe comenzar con la modernización de este sector y de las condiciones de vida de la población del campo, desarrollando mercados mediante inversión pública en infraestructura. Mejor, si esta inversión (que puede asociarse con la inversión privada), se focaliza a  partir de un ordenamiento territorial que dé lugar a un nuevo esquema de regionalización. La construcción represas y de canales de riego, silos, carreteras, electrificación, agua y desagüe, etc., son fundamentales para aumentar la productividad agropecuaria y generar condiciones de atracción de inversiones privadas para el desarrollo agroindustrial e industrial. En los años 2001-2006 la inversión en infraestructura como porcentaje del PBI solo llegó al 1.5%, mientras que en Chile fue de 5.2% 
 
De otro lado, las actividades industriales existentes y la aparición de otras nuevas, necesitan un tipo de cambio real que abarate el precio relativo de sus exportaciones y les permita competir con las importaciones. Un tipo de cambio real estable y competitivo “es esencial para el crecimiento en una economía abierta, de mercado y en desarrollo” (Ros, 2013). Aparte de la inversión en infraestructura, este es el otro eje de la política industrial porque también genera condiciones de rentabilidad para que aumenten las inversiones privadas en las actividades industriales (que son en esencia transables). Además, un tipo de cambio real competitivo “es una forma de subsidiar todos los sectores no tradicionales (mayormente transables), sin costos administrativos y sin propiciar comportamientos de búsqueda de rentas y corrupción” (Frenkel, 2014 y Rodrik 2003).
 
A modo de conclusión
 
Sobre los principios e institucionalidad de la política industrial puede verse nuestros artículos del 01/12/2012 y del 24/08/2013, publicados en este mismo diario. Hay otras medidas complementarias a las anteriores como el cambio de la matriz energética y construcción del gasoducto del sur; la disminución del poder de mercado en la provisión de servicios públicos; el financiamiento en soles en el mercado de capitales a pequeñas y medianas empresas; y, el desarrollo de programas de capacitación y calificación laboral con participación directa del sector privado.
 
 
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 15 de agosto
 

No comments: