Monday, November 02, 2015

Los problemas económicos que deja Humala

El presidente Ollanta Humala afirmó recientemente que su gobierno «ha roto con el viejo poder de los poderes económicos» y que él trabaja para los de abajo. Este fue una lapsus línguae; una mala jugada de su inconsciente que, siguiendo a Freud, diríamos que revela precisamente una impostura. Es verdad que fue elegido por los de abajo, pero los traicionó al gobernar con el programa de los que perdieron las elecciones. Es verdad que en la campaña electoral fue vilipendiado por los grupos de poder económico, pero después se sometió a sus designios. El carácter indigno de este sometimiento ha hecho que estos mismos grupos de poder lleguen a aborrecerlo, como lo hicieron con Sánchez Cerro.
 
Las políticas macro y el crecimiento económico
 
Humala recibió una economía en crecimiento y la mantuvo en piloto automático. La economía siguió creciendo impulsada por factores externos favorables, a pesar de las políticas macroeconómicas que se aplicaron desde el MEF y el Banco Central. Durante el período 2003-2013 creció a una tasa de 6.1% promedio anual, excepto el año 2009, en el que la tasa baja hasta 0.9%. En 2014, año en el que se acentúa el enfriamiento, la tasa de crecimiento se redujo a 2.35% y, es altamente probable que en este año y en el próximo se sitúe por debajo de 3% promedio anual debido a que el contexto externo cambió de signo.
El crecimiento durante 2003-2013  no tuvo que ver ni con los tratados de libre comercio ni la política cambiaria. Las «políticas» cambiaria y comercial le quitaron competitividad a la producción y exportación de transables, en particular a la manufactura, al mismo tiempo que provocaron una notable penetración de importaciones en el mercado interno. Entre julio de 2006 y abril de 2013 los tipos de cambio real bilateral y multilateral cayeron 25.6% y 14.1%, respectivamente. (Entre 2002 y 2006 hubo un manejo más sensato de la política cambiaria). Las importaciones como porcentaje del PBI manufacturero aumentaron de 87.2% en 2002 a 146.2% en 2013. Ni la apertura comercial ni el atraso cambiario fueron, entonces, el motor del crecimiento.
El crecimiento tampoco tuvo que ver con las políticas fiscal y monetaria. En la década 2003-2013, la generación de superávit primario alcanzó el 2.6% del PBI, no obstante que el ratio de deuda a PBI había disminuido significativamente. Los cálculos del déficit estructural también muestran la práctica de una política fiscal contractiva. En plena desaceleración económica, desde 2014 se siguen generando superávit primarios. Este fue  de 2.1% en el primer semestre de 2015.
La política monetaria tampoco fue directamente pro-crecimiento. Creció el crédito doméstico estimulado por el contexto financiero externo favorable, pero se promovió su dolarización junto a una reducción sistemática del tipo de cambio real. Cerca de 32% del crédito doméstico total esta dolarizado, lo que genera un descalce de monedas que dificulta un manejo eficiente de las políticas monetaria y cambiaria durante la actual desaceleración del crecimiento.  
Los problemas económicos que deja Humala
No hay relación directa entre las políticas macro descritas y el crecimiento económico. Esas políticas (y las elevadas tarifas de los servicios públicos) fueron contrarias al desarrollo industrial y a la diversificación productiva, y le hicieron perder competitividad a los productores privados en los mercados internacionales.
Humala deja una economía camino a la recesión. Con el fin del súper ciclo de las materias primas, deja una economía relativamente menos productora de transables y, por tanto, menos industrial. La producción manufacturera como porcentaje de la demanda interna bajó de 17.5% en 2003 a 13.8% en 2014.  Además, esta producción está cayendo sistemáticamente desde julio de 2014 a una tasa de 2.6% promedio mensual anualizada.
No creció la capacidad productiva per cápita al ritmo necesario para crear puestos de trabajo adecuados y con ingresos decentes. Esta es la razón por la cual el 73.7% de los trabajadores son informales. Los salarios reales prácticamente se mantuvieron estancados: entre  2001 y 2013 crecieron a la tasa de 1% anual. La situación laboral tiende a empeorar debido a la notable desaceleración del crecimiento del empleo en empresas de 10 y más trabajadores. La tasa de crecimiento anualizada de los últimos meses está por debajo del 1%, cifra ocho veces menor que el promedio registrado en los meses de enero a abril de 2011.
Aumentó la vulnerabilidad de la economía frente a los shocks externos y la  dependencia de la economía de las importaciones y de la inversión extranjera. En plena desaceleración económica aumenta el déficit comercial y el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos. En el año 2014 estos déficit fueron de 0.6% y de 4.0% del PBI, y de 2.1% y 4.5% en el primer semestre de este año, respectivamente. Se descapitalizó al país acrecentando el déficit de la balanza de servicios financieros privados.
Por último, el actual gobierno ha debilitado la presión tributaria con la reducción del impuesto a la renta  que ha favorecido fundamentalmente a las grandes empresas, y con la imposición de un gravamen enteramente favorable a las empresas mineras. Humala dejará una presión tributaria relativamente menor de la que encontró cuando asumió el poder, lo que sin duda afectará el financiamiento de los programas sociales en plena recesión económica.
A modo de conclusión  
El próximo proceso electoral, a diferencia de los dos anteriores, se realizará en el contexto de una economía que tiende a la recesión o al estancamiento. Será entonces un proceso en el que se debatirá la continuidad o el cambio del modelo económico neoliberal.
 
 
Publicado en el Diario UNO, el sábado 31 de octubre

No comments: